¿Quién te has creído tú? ¡No me vengas a atarantar!
Esta historia que les voy a contar realmente tiene que hacer algo contigo, tal como lo hizo conmigo. Es una historia real cuya enseñanza me ha estremecido las entrañas para batallar en este tiempo que estamos viviendo.
Resulta que Ezequías, Rey de Judá, tomó el trono después de que su padre, el Rey Acaz, haya hecho terribles cosas en contra de la ley de Dios. Su padre fue un rey que llevó al pueblo a la idolatría, cerró las puertas de la casa de Dios, levantó altares, tomó de los utensilios de la Casa de Dios e incendió seres humanos en sacrificio a otros dioses, es decir, hizo tremendas y terribles aberraciones delante de Dios. Y éste es el panorama que encuentra Ezequías, un pueblo idólatra con costumbres malvadas.
Sin embargo, Ezequías no continúa con ellas sino que ni bien inicia con su reinado hace una reforma total. Empezó por abrir las puertas de la Casa de Dios y la reparó, quemó todas las imágenes, destruyó los lugares altos y quemó todos los altares en los que adoraron otros dioses. Limpió y reconstruyó los utensilios en la Casa de Dios. Además, mandó reunir a los sacerdotes y levitas para restituir los servicios a en la Casa de Dios. Cuando ya todo estaba listo restauraron el servicio de adoración y tal fue el gozo del pueblo que la fiesta duró 14 días. Imagínense la alegría del pueblo después de haber estado en idolatría y en pecado y del sentimiento del pueblo de verdadero arrepentimiento y de volver a los caminos de Dios. Si lo has vivido, sabes que eso no es comparable con nada en el mundo. El estar en la presencia del Dios del cielo es de las cosas más maravillosas que un ser humano pueda experimentar y ellos lo sabían muy bien.
Pero aquí viene lo bueno. El Rey Senaquerib de Siria, inicia una campaña de conquista contra Judá y reúne a su gente para sitiarlos. Ezequías, como buen rey que era, habló al corazón del pueblo y lo tranquilizó con estas palabras: "Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá." (2 Crónicas 32:7-8)
Además, envía a sus hombres a "amedrentar" al Rey Ezequías y su pueblo con unas cartas que recitaban una gran cantidad de blasfemias contra Dios, y aquí lo cito (solo una parte): "¿Qué dios de todos los dioses de estas tierras ha librado su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?" (2 Reyes 18:35) Imagínense! Hasta se me escarapela el cuerpo de sólo escribir tal cosa. El rey Ezequías mandó al pueblo a no responder palabra alguna (muy sabio) e inmediatamente entró a la Casa de Dios, le presentó las cartas del rey asirio y clamó: "Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente... Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios." (2 Reyes 18:15-16,19) La oración sigue y es estremecedora, te recomiendo que la leas.
Wao super impactante! Poderoso mensaje, me enseña muchisimo, cuando a veces tengo temor Dios me lleva siempre a la oración a clamar y ahora entiendo que el quiere que yo lo enfrente a través de oración, clamor y adoración. Gracias por esta enseñanza!
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que Dios te haya ministrado a través de este mensaje. Dios te bendiga grandemente.
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